11 febrero 2007

Mientras nadábamos y se aproximaban los pequeños peces de colores

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Nos encontramos en la piscina
desde el principio
siempre fue el agua
por las noches parecía transformarse en un elemento distinto
un espejo del jardín encantado
aquella que nos bendijo también nos producía temor
aún más con la brisa que se mecía sobre la superficie
y deformaba el reflejo de nuestros rostros
hasta convertirnos en extrañas criaturas
Esa noche decidimos desvestirnos y sumergirnos
bucear en el más profundo de nuestros temores
y sólo encontramos agua y más agua
hasta que me encontré con su cuerpo
que era el de otro
¿Sabes nadar? —me dijo—
No.
Y antes de que me hundiera me sujetó con ambos brazos
pequeños peces de colores juguetearon dentro de mi cuerpo

.......y la luna creció monstruosamente.
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Gabriela Ibáñez Oviedo
[Lima, 1982]

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