18 setiembre 2006

H O R A C I O


"Se han detenido Horacio, las flechas en su vuelo."
Rodolfo Hinostroza.



Tú no sabes perdonar viejo Horacio
porque eres el espejo que olvidaron los astros,
porque Dios coló lagrimas de nácar
justamente el día en el que parieron tu estrella muerta y
también
—seguramente—
porque en las grietas de tus uñas
yace el cansancio de los años, y
porque sabrás mucho de todo, Horacio,
pero casi nada de amor.

He sabido de ti Horacio por tu abuela,
que ya no usas zapatos porque hieren tu paciencia,
y que caminas como siempre
hablando del genial Catulo a tu sombra
y jurándole que tú enseñaste
― en tu otra vida ―
al viejo Lucrecio a tallar la palabra amor.

Dime que es mentira viejo Horacio
que no te has ido, que ya no te preocupa mucho el tiempo
desde que alguien invento el reloj y
que leer a Li Po
sólo te ayudó a tener borracheras versadas.

Que en tu alcoba los sueños
aún flotan como plumas y que perdidas como balas
yacen sobre tu almohada:
.............Tu viejo pijama de rayas amarillas
..............................................tus lentes de lunas opacas.

Dime que seguirás jugando Horacio
aunque la tarde cumpla su ritual completo y
los caballos que dejaste en el jardín trasero
sigan corriendo
hasta alcanzar la flor de loto
que nunca tuviste.

Dime que tus mantas de invierno
conocidas por todos en la casa y tejiditas a crochet
siguen cobijando tu cuerpo
convertido en esto
que ahora la gente como yo
llama silencio.


Luis Eduardo Reyme (Lima, 1984)

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